Me costó muchos años entender que querían decir algunos maestros
cuando hablaban de vivir en el aquí y el ahora. Tanto Eckhart Tolle como Jeff
Foster a veces me parecían deprimentes, yo entendía su mensaje como una forma
de quitar la ilusión y la motivación, ¿cómo se podía ser feliz en ausencia de
deseo?¿cómo se podía lograr cosas en la vida sin pensar en el futuro? Y
continué con mi camino espiritual siempre vinculado a una meta en concreto,
hasta que llegó un día que me agoté, que me cansé, y de una forma natural, de
la noche a la mañana, empecé a vivir en eso que tantos años no había entendido
“el aquí y el ahora”. Y entendí, porque lo sentí dentro de mi, que todo el
poder, que toda la fuerza creadora estaba en el ahora. La vida me parece ahora
mucho más emocionante que cuando vivía pensando lo que había dejado atrás o en
lo que debía conseguir. Empecé a ser consciente de la cantidad enorme de vida
que hay en el momento presente, y la felicidad y paz que aporta. Y sobre todo
el poder infinito que da, las enormes ganas de fluir con la vida, compartiendo
tus dones y talentos con los demás. Ahí estaba la paz y la verdadera abundancia
y yo no me había dado cuenta.
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