Aquí estoy,
Señor,
en el umbral
de tu tiempo,
entre
estremecida, asustada, aturdida,
expectante ...
enamorada,
percibiendo
cómo avivas en mi pobre corazón
los
rescoldos del deseo de otros tiempos.
Aquí estoy,
Señor,
en el umbral
de tu tiempo,
sintiendo
cómo despiertas, con un toque de nostalgia,
mi esperanza
que se despereza y abre los ojos,
entre
asustada y confiada,
deslumbrada
por el agradecimiento.
Aquí estoy,
Señor,
en el umbral
de tu tiempo y casa.
¡No te
canses de llamar, Señor!
¡No te
canses de llegar!
¡No te
canses de venir, Señor!
Yo
continuaré aquí confiado en tu Palabra.
Escrito
por Florentino Ulibarri
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