martes, 15 de diciembre de 2015

AÑO DE LA MISERICORDIA



Dentro del  Adviento que estamos viviendo, hemos comenzado el Año Santo de la Misericordia, a cuyo final todos estaremos limpios de pecado, y a lo mejor nos habremos reconciliado con esas personas que a veces nos cuesta, tenemos un año por delante… pero a lo mejor necesitamos aclarar algunas cosas, veamos:

¿Qué es un Año Santo?
El Año Santo o Jubilar es tradicionalmente un año de perdón y reconciliación. Hasta ahora solo se han realizado 26 celebraciones jubilares ordinarias. La última fue el Jubileo del año 2000 convocado por san Juan Pablo II. Un jubileo extraordinario puede ser convocado en una ocasión especial o por un evento que tiene una importancia especial, como es el caso del Año Santo de la Misericordia.

¿Cuál fue el primer Año Santo de la historia?
El primer Año Jubilar de la historia, con el perdón general de todos los pecados, tuvo lugar en el 1300 por iniciativa del Papa Bonifacio VIII. La idea era celebrarlo cada 50 años, siguiendo la antigua costumbre judía, pero después se pasó a convocarlos cada 25 años para asegurar que tenga lugar una vez para cada generación.

¿Qué es una puerta santa?
Cada una de las cuatro basílicas de Roma tiene una puerta santa, que normalmente se sella desde el interior para que no se pueda abrir. Las puertas santas sólo se abren durante el año del Jubileo para que los peregrinos puedan entrar a través de ellas y ganar la indulgencia plenaria vinculada al Jubileo.
El rito de la apertura de la Puerta Santa pretende ilustrar simbólicamente que a los fieles de la Iglesia se les ofrece un «camino extraordinario» hacia la salvación durante el tiempo del Jubileo.

¿Interesa solo a los católicos?
No. El Jubileo de la Misericordia crea una mayor sintonía espiritual con judíos y musulmanes, que también consideran la misericordia como el primer atributo del Dios único.

¿Y los pecados cuyo perdón están reservados al Papa?
El próximo Miércoles de Ceniza, Francisco otorgará a 800 sacerdotes «Misioneros de la Misericordia», ya seleccionados, poder perdonar pecados reservados al Papa como la profanación de formas eucarísticas, la absolución a cómplices en pecados sexuales, la ordenación de obispos sin permiso, la ordenación sacerdotal inválida de mujeres o la rotura del secreto de confesión.

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